miércoles, 29 de mayo de 2013

Mi sauce

El sauce llora. Llora y se retuerce, llora y baila al son de un viento de melancolía pura y eterna. El sauce se desborda y cae, como pretendiendo que un segundo antes de impactar contra el suelo, consiga remontar el vuelo e irse lejos del socavón donde descansan sus raíces. El sauce llora y entre sus gemidos se distinguen poemas de ojos verdes, historias secretas de esas cuya veracidad la gente no quiere creer.
Y así como el sauce, llora el cielo de Madrid, y lloran los pájaros de mis pulmones.
Lloran -lloramos- porque lo que llevamos dentro sobrepasa los límites de nuestro pellejo. Porque el tórax se desborda en el pecho, culpa de las centelleantes explosiones que en él se producen, culpa de los pájaros que revolotean, y se multiplican, culpa de los fantasmas que ansían salir y probar la libertad.
El sauce llora.

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