viernes, 29 de noviembre de 2013

Medicina

Hace poco descubrí que
se me dan mejor los papeles
que las teclas

que estar conmigo es mejor
que estar con los demonios
que viven en mi cabeza

por eso paso tanto tiempo sola
porque así nadie puede decirme
cuánto dura un verso
ni dónde debe rimar
ni nada

septiembre me prometió el cielo
con octubre fue tan sólo un buen polvo
y ahora noviembre me deja con las ganas
y el cigarro a medias

el rabo entre las piernas
(no he dicho las de quién)

voy tan cargada de culpas
que voy a recoger la pena del suelo
y se me caen las noches

el efecto mariposa continúa con los cuervos
de mis inviernos
infinitos y
fugazmente míos

lunes, 25 de noviembre de 2013

Iver

Llevo mucho tiempo sin hacerme caso. El invierno me ha tapado los ojos y me ha costado muchas horas mirarte para que se me prendan las pupilas y que se deshaga el hielo colgado de mis pestañas. No veía nada, y estaba bien así.
Bien no debería utilizarse en lugar de ocultar. Ocultar lleva a llenar de porquería sitios que fueron hechos para llevar el aroma de la lluvia. Yo llovía y lluevo, con la única diferencia de que ahora estoy desbordada. Bordada también, con los hilos de los amores a contratiempo, que al menos hacen que no me descosa por momentos.
El caso es, que hoy miré al espejo y vi ruinas. Luego miré mis manos, y lucían. Pero miré otra vez al reflejo, y volví a ver ruinas. Me costó decidirme, y aquí estoy. Vaciándome -de qué-.
Es que este jodido noviembre se me está haciendo muy cuesta arriba.
Me propuse agrupar todas las heridas en un mismo papel sin miedo al "qué saldrá de ahí". No mentiría si dijera que el miedo no se ha ido del todo, y podré adornarlo con mil millones de sintagmas más, pero el resultado seguirá siendo una sarta de sinsentidos que levantan el gris del pecho hasta mis ojos.
Pero es que, joder, este noviembre está siendo demasiado cuesta arriba. Y entre el frío y las heridas del costado, cada vez que avanzo un paso, me escurro y retrocedo tres. Y, me da miedo tirar de cadenas porque posiblemente acaben entre mis manos. Sin dejarme volar, siquiera -y eso sí, que no me lo perdonaría-.
No sé qué duele más, si los puntos finales o las comas destinadas a coger un aire que no existe en mi tórax. Ahogarse jamás fue tan lindo, por eso siempre elijo el otoño para tan bella tarea.
Ahora podría dedicar las últimas líneas de éste manual de instrucciones intentando darle sentido a esta maraña de palabras, pero me conozco aunque no lo sepa, y sé que sería en vano. Por eso os dejo con la incertidumbre cantando "¿qué cojones querrá decir?", y con un poco de suerte -para mí-, con la preocupación recitando "¿estará bien?".
No, no estoy bien.
Y sí, estoy mejor que nunca.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Rojo

Sé que no está bien decirlo pero
hoy no supe para lo que me había despertado esta mañana
hasta que tu silueta se dibujó en la puerta,
y sonreíste un poco al verme,
y tus dedos se clavaron en mis costillas
como se clava el invierno en el sol de septiembre,
y luego el olor de tu tabaco se agarró
a los hilos de mi camiseta
y mi día se volvió
del color de tus ojos,
que nunca termina de ser,
y luego ya me pasé todo el día
entendiendo para qué mis pies fuera de la cama
(aunque, bueno,
sigo sin pillar
por qué no tu culo
metido en ella)

sábado, 16 de noviembre de 2013

Entre rogantes

Sostenerse sobre quién,
mirar dónde,
seguir el qué.
Preguntarse cómo,
intuir cuándo,
fallar otra vez.
Seguir sin fuerzas,
con la fortaleza que da
saber que nunca
dejarás de seguir
-porque no existe opción alguna-

Miércoles, desgarro

Ver belleza en destruir-se-. En llorar hasta quedarse dormida, en que tus entrañas se hagan cada vez más grandes hasta que empiezan a presionarte la piel desde dentro, en necesitar morir por una noche, sólo por una noche. En que el frío estalle en cada poro, en que el dolor supere las fuerzas, en el invierno.
Ver belleza en el vacío que se ensancha entre el estómago y el tórax, como diciendo "lléname o deja que me vaya". En la marea que sube por tu pecho y llega hasta tus ojos para colisionar con tus pupilas. En la oscuridad, cuando nadie ve nada.
Aprende a ver belleza en las ruinas, y entenderás que lo que tengo aquí, está ya muy cerca de ser bello. 

sábado, 9 de noviembre de 2013

Sino un sábado

Qué es la vida sino intentar,
o intentarme,
o algo así.

Qué si no una taza de café,
un cigarrillo mal echado
entre años, qué es la vida
sino carmín en los labios
y negro alrededor de los ojos.

Qué sino robar besos
y herirlos
y luego intentar curar los tuyos y
darse cuenta de que es imposible.

Qué sino ponerse en el lado de la cama
en el que da el sol directamente
y dormirse con los párpados iluminados.

Qué si no correr gritándole
descaradamente al mundo
que serás joven para siempre.

Qué si no rotos en la ropa
y en la tripa,
qué si no sonreír por inercia
ante el color de los cristales rotos
reflejado
en el iris.

Qué si no morir
cada madrugada
y salir con el sol,
igual de púrpura.

Qué si no realidades paralelas,
únicas,
salvadoras.

Qué si no versos destruidos
y papeles mojados por lluvia de otoño.

Qué es la vida sino ser un invierno, precioso.

Qué es la vida sino escribir,
escribir hasta que se nos acaben los pensamientos
y la vida
misma
y pequeña.