miércoles, 23 de julio de 2014

Y demás basura inútil (y preciosa)

Mierda. Ahora estás en todas partes, y eso es algo que jamás te perdonaré. Quiero decir, que en todas partes veo tus engranajes. Que ahora los pájaros vuelan con tus alas, y que cualquier carta, escrita o no, es ahora un siete de picas. Que ahora todo tiene truco, y tu mirada de niño está descompuesta en las estrellas. Que mi corazón bombea con la fuerza de las patadas que dabas en el suelo al reír. Y que cualquier guitarra es ahora tu risa.
Quiero decir que el agua se mueve como tú lo hacías, y que el viento tiene el tacto de tus manos-nieve. Que ahora me planto en frente del espejo y me miro a los ojos, esperando poder leerme la mente como lo hacías tú. Que ahora Russian Red es el color de tu pañuelo. Que ya ni el sol inunda mis rincones como tú lo hacías, que echo de menos hasta tu brusquedad, hasta cada facción machacada de tu cara. Que ningún cuento suena como los que tú contabas, que la mitología se ha vuelto aburrida sin ti y que sigo sin creer en Dios, pero ahora le tengo cariño. Que ningún equilibrio basta después de ver cómo tú los hacías, desequilibrando mi sentido de la gravedad, distorsionando mi concepto de ficción.
Quiero decir que ya no hay nada que calme mis ojos como mirarte. Que ningunos brazos me moldean el alma como solían hacerlo los tuyos, que los despertares ya no lo son porque no te espero. Que me rompiste los esquemas igual que rompías cualquier estereotipo formado hasta entonces, igual que rompías cualquier prejuicio y cualquier imposible. Que los políticos ya no valen, porque no defienden sus ideales como yo misma te oí defender los tuyos. Que me has hecho perderle un poco de miedo al tiempo, después de ver cómo veintiún años cabían en ese cuerpo (de) ágil. Y que ahora miro al cielo y me acojono.
Quiero decir que dónde estás. Que por qué te me clavaste tanto, por qué tenías que ser tú si ibas después a doler tanto. Y que entiendo ya de qué hablábais cuando decíais que a veces el escozor de echar de menos se calma con el recuerdo, de lo bonito que resulta.
Y no, no era de amor.
Era de magia.

jueves, 3 de julio de 2014

Semipoema de pseudoamor

No hace falta que te quedes ahí
a mirar cómo me duermo

porque la noche se ha vestido de adolescente
con todo el sexo y toda la imaginación del mundo
y toda la calma, también
y todo el trastorno 
y toda yo
hecha reflejo
necesitándote
inventándote 
reestructurándote 
entre los pliegues de mis sábanas

toda yo hecha reflejo
que se busca y te busca al mismo tiempo
como si de la misma cosa se tratara

viendo cómo las farolas iluminan éste
que está siendo el verano más frío de la historia
cómo lo calientan, cómo lo aíslan
del resto de la ciudad

porque no hace falta que te quedes ahí
a mirar 
cómo me duermo
pues ya me mira la calle
al otro lado del cristal,
ya me acaricia ella
como nadie jamás lo ha hecho
(no por falta de amor
sino por falta de caricias)
porque no hace falta que te quedes
porque sola yo
estoy bien

bien y fría
como el verano éste,
bien y sin ti
es decir
entera

y porque, aunque esté mejor si te vas
aún así no podría soportar que te quedaras
aquí
a ver cómo me duermo
si no puedes hacerte corpóreo
y hacer el sueño
realidad