viernes, 30 de agosto de 2013

Madrugadas des-esperadas

Qué idiotez ponerse a escribir cuando ni siquiera tienes ganas sólo por la burda necesidad de leer algo que te pueda convencer medianamente. Posiblemente nada de lo que yo escriba nunca podrá llegar a gustarme, al menos no mientras lo escribo, con lo cual no sé ni qué hago esforzándome.
Supongo que es la una de la madrugada y yo no tengo otra cosa mejor que hacer que rebuscar en mi cabeza para intentar sacar algo. Lo que sea. Es decir, está llena de miles de cosas que podría sacar fuera, pero a ver quién es el listo que desenreda el lío que tengo montado aquí dentro.
Oigo pasos en el pasillo. Se me acaba la soledad y con ella expira la poca inspiración que podría quedar hoy entre estos dedos llenos de heridas y de ganas de crear algo bello.
Creo que se acerca la hora de cerrar este portátil e intentar fabricar algo de vida que no tenga bases puramente virtuales. Lo que ahora mismo sólo se reduce a leer, escribir en mi viejo cuaderno, o dormir. Lo que es bastante triste, por cierto. Lo que me importa bastante poco, teniendo en cuenta que así soy feliz. Así, en mi habitación -con la puerta cerrada-, con la noche tiñendo la calle y unas luces parecidas a las de una vela iluminando mis ojos con un suave resplandor a canela. Se podría decir que aquí puedo ser libre, siempre y cuando no me de por pensar en nadie más que no sean mis pájaros y mis fantasmas.
Las palabras se me acaban, compañeros.
No olvidéis miraros a los ojos antes de acostaros.
Más que nada porque a veces cuentan cosas que no nos vendría nada mal saber.

jueves, 29 de agosto de 2013

Delirios de una tarde de Septiembre

Quizás las paredes grises me dan lo que necesito. O quizás no.

Qué asco de letra y de palabras.

¿Qué miráis? Sí, tengo quince años y estoy tirada en la calle, escribiendo. ¿Os importa? A mí no.

Me tiemblan las manos y el corazón -puta nicotina-.

Necesitaba estar sola.

Qué ironía. Antes me moría por estar sola y ahora es lo único que me apetece.

¿Por qué tantos coches? ¿A dónde vais?

¿Me habré vuelto loca? Es decir, siempre lo he estado, pero ahora me encanta.

martes, 27 de agosto de 2013

Lección XVII

Tan osada como inexperta me atrevo aquí a sacar algo, lo que sea, del error que viví contigo.
Jamás fui partidaria de crearme corazas pero no voy a dejar que me hagan tanto daño. No creo que este pequeño corazón sea capaz de soportarlo.
Habrá que tener más cuidado a partir de ahora.
Era una niña asustada cuando te conocí. No creía en mí misma y tú hacías que tuviera algo de fe en lo que hacía. El último mes que pasé contigo fue uno de los más horribles de mi vida, pero tú besaste mis heridas.
No pienso volver a dejar que nadie conozca lo más oscuro de mí. 
Y con nadie me refiero a ningún ser humano del que me pueda enamorar. Porque después de ayudarme a salir del pozo de mierda en el que me hallaba sumida, te fuiste. Y rompiste algo dentro de mí que no volverá a arreglarse en mucho tiempo.
Jamás volveré a creerme que realmente se puede llegar a conocer a una persona. 
Lo que deriva en
No voy a volver a fiarme. Los te quieros y las caricias se convierten en odio y golpes cuando menos te lo esperas. 
A veces me da asco pensar en que he tenido que romperme el corazón para aprender todo esto. Supongo que
todos conocemos la teoría, hasta que llega la práctica y no conocemos nada.
Vaya, al final voy a tener que darte incluso las gracias por todo lo que me has enseñado -descuida, eso jamás ocurrirá-.
Pero, se me olvida lo más importante de todo.
Nunca le des a alguien la capacidad de romper una parte de ti, incluso si estás segura de que no lo hará jamás.
Porque lo hiciste.
Vaya si lo hiciste.

domingo, 25 de agosto de 2013

Julio IV

Se me enreda el pelo
con el viento,
y tu tono,
y tus lunares.
Eché a correr por tu garganta
y me tropecé
con ese "ven" que nunca llegué a oír.
Y me caí,
y me golpeé,
y ahora cada vez que ando me duele el costado,
y cada vez que me duele el costado me acuerdo,
de que no te has ido del todo;
de que nunca
me harás el favor
de irte
del todo. 

Julio III

Lo malo del pasado es
que si dolió una vez,
dolerá ya dos veces,
y tres,
y todas,
y siempre. 

Julio II

Sinceramente no sé a quién odio más.
Si a ti por haberte ido, o a mí
por echarte de menos ahora. 

Julio

Mundo enfermo,
falta de locura;
esa magia
que sólo
enciende el arte,
entiende el arte,
sobrevive
el arte.