domingo, 30 de junio de 2013

Julio

Ruinas. A un lado del camino, tan sólo ruinas. En el centro yo, caminando hacia el horizonte; hacia lo que vendrá. Hacia la luz.
Éste camino se torna difuminado y confuso, pero mis pasos lo remarcan; se han llenado de fuerza, no sé muy bien en qué momento. 
Llueve. Como siempre ha llovido y lloverá en mis entrañas. Lluvia ácida fue, ahora un poco más dulce. 
Ruinas. A un lado del camino, tan sólo ruinas. En el centro yo, caminando hacia el futuro; hacia mí futuro. Es mío y será como yo desee. 
Éste camino se torna difuminado y confuso, pero no hay rastro de miedo; supongo que llegó a los topes de mi tórax, y viendo que no tenía ya cabida, tuvo que marcharse.
Llueve. Como siempre ha llovido y lloverá en mi camino. La lluvia siempre ha sido mi compañera más fiel.

Ahora camino. Sin prisa pero sin pausa, brisa. Sonrío, o algo parecido.
Sonrío. 
Sonrío. 

martes, 25 de junio de 2013

"Porque tú no eres como ellos"

Ser diferente es difícil. Nadie entiende tu forma de pensar, nadie sabe lo que dices, y, como comportamiento innato en el ser humano, cuando algo no es entendido, tiende a ser ignorado.
Jamás he pretendido culpar a la gente, porque es absolutamente comprensible rendirse ante algo que no saben cómo abordar. Es eso. Soy inabordable. Se cansan de intentar ayudarme y no conseguir más que un 'no sé'. Y cómo no se van a cansar. Cómo.
Difícil es rodearse de gente que entienda una mínima parte de cómo te sientes cuando eres diferente. Yo, por suerte, he encontrado a ciertos pájaros que vagan por un cielo gris sin rumbo cierto y cayéndose rendidos de vez en cuando, parecidos a mí.
Pero aún así a veces se hace muy cuesta arriba todo esto. Algunos le llaman don. Yo, a veces, lo siento más bien como un hándicap. Otras, como una forma de evadirme de todo. Se puede decir, que tengo una excusa.
Se puede decir, que soy...

diferente. 

Delirio coloquial

No innoves.
No te salgas del camino.
No pienses.
No seas diferente.
Confórmate.
Obedece.
Calla.
Dejando de lado el tópico de “la sociedad es una mierda”; la sociedad, es una mierda. Hay ciertos cánones –horribles, por cierto– en los que el principal fin, es aparentar. La gente no te mira a los ojos cuando os cruzáis por la calle, la gente te mira los pantalones, y el pelo, y las zapatillas. La gente te juzga en función de esos cánones, y te desprecia en función de cuán desviado estés de esos modelos. Oh, y no lo dudes, no se molestan en conocerte ni lo más mínimo. Simplemente fruncen el ceño y hacen un gesto amargo, quizás acompañado de un chistido.
Hoy en día no habla el corazón de una persona, ni su mente. Habla su forma de vestir, quizás de pensar, o las chapas que lleve en su chaqueta. Habla su cartera y los colores de sus billetes, habla el barrio en el que vive y el sitio en el que trabaja. Pero nunca habla su voz y sus palabras, nunca hablan sus principios y sus fundamentos. Esos aquí no tienen cabida.
Y entonces llega en momento en el que creces, y sales al mundo real, y si tu personalidad excede los márgenes de esos cánones, recibes balazos por cada rincón de tu cuerpo. Y llega mi pregunta; ¿debo dejar de lado mi verdadera personalidad y ceñirme a los cánones para ser una más y evitar que me hagan daño, o debo seguir manteniendo mis principios y mis creencias a raya a pesar de los constantes ataques?
¿Sabéis? No me gusta ser diferente, y no encajar. Pero tampoco me agrada la falsedad en la que se fundamente la sociedad en la que vivo.

Quizás si todos fuéramos como nos diera la gana ser, seríamos todos iguales. 

sábado, 22 de junio de 2013

Ponerle sangre al grito


Qué bonito mirar,
la sombra que hacen las rejas,
mientras meto las orejas
en el centro de tu andar.
Y si el mundo está del revés...
Habrá que equilibrar o romper del todo la balanza para que duela todo un poquito menos, o un poquito más.
Quién sabe cómo me siento, qué se yo qué hay que ser, o cómo. Tan sólo la tenue luz de las farolas y lágrimas absorbidas en las mejillas, tan sólo el acordeón perezoso y una guitarra a la que no hay quién la calle.
Todo lo dejamos por escrito, gritamos independientemente de si hay alguien que nos escucha. Simplemente necesitamos notar que existimos, para que no se nos olvide.
Qué mas da si no me entienden. Qué mas da si no estoy a su altura, qué mas da si ellos mantienen los pies en la tierra mientras los míos bailan -y vuelan- por encima de sus cabezas.
Qué mas da, si al fin y al cabo las sonrisas son irremediables, al igual que la rotura que sufrirán nada más nacer de los labios.

Qué más me da la sangre,
si al fin y al cabo,
y desde lo más hondo de mi alma,

estoy bien así.

sábado, 15 de junio de 2013

I'll stop the whole world

Rabia. Últimamente todo se resume en rabia. Parecía que estaba desapareciendo y algo de sol brillaba en una esquina, pero igual que el agua que se evapora vuelve a caer, la rabia, siempre vuelve.
Mirarse al espejo y ver un monstruo. Un monstruo que sólo sabe hacer daño, a todo lo que le rodea, y a él mismo. Un monstruo lleno de fantasmas y de heridas horribles y abiertas que hacen que se estremezca de dolor a cada paso que da. Un monstruo que no para de caerse, que vive prácticamente sumido en el fango y en los recuerdos de un pasado de niebla. Un monstruo débil. Ante todo, débil, y marchito.
E igual que en las películas de terror, la gente huye despavorida al ver a este monstruo espantoso y tremendo, aunque él se acerque con la mera intención de sentir algo de cariño. Ellos siempre le verán como una fiera horrenda y dañina.
Pero lo que nadie sabe, es que ese monstruo ansía la libertad de unas cadenas que él mismo se ha forjado. El monstruo sólo desea amar, y ser amado, sólo desea sentir calor y experimentar esa felicidad tan mentada por la gente y que tan dulce dicen que es.

sábado, 8 de junio de 2013

Save me

Tendré que llevar un mar dentro, para haber llorado tanto.
Tendré que haber acumulado mucha rabia, y muchos gritos, y muchas ganas de salir corriendo, para verme ahora en esta situación.
Tendré que haber cogido mucho impulso, para estar atrapada en un pozo tan profundo.
Y tendré que ser muy débil, para sentir la necesidad de clavar en mi piel cualquier cosa que consiga hacerme sangrar.

viernes, 7 de junio de 2013

La inocencia

La inocencia es, cuando esa persona ha doblado ya la esquina, y tú te asomas pensando que se dará la vuelta y le podrás sorprender con una sonrisa.

martes, 4 de junio de 2013

Al son de Summer 78

Quizás hoy sí. Quizás hoy sí necesito un par de velas, la luz apagada, la noche, y a Yann Tiersen tocándome el piano, y el alma. Hoy, que las llagas decoran mi piel y la sangre ha brotado de unas heridas que hasta hoy, sólo estaban abiertas en el corazón. Quizás debería preocuparme; pero hoy, no me apetece. Hoy sólo quiero dormir, cerrar los ojos y que desaparezca el mundo entero. Hoy sólo quiero ser yo, libre, aunque sea por una sola noche. Hoy estoy herida, y necesito ayuda. Sí, necesito ayuda.
La faena, es que a veces sólo nos podemos salvar nosotros mismos. Y yo quisiera poder salvarme de este abismo de sueños rotos y sonrisas agridulces, pero no sé cómo. 
Quizás hoy haya desesperado de tanto guardar pensamientos en el baúl de las cosas que no puedo decir. Y quizás por eso, mis uñas en la tripa. Y ésta vez no acariciaban. Esta vez arrancaban mi piel y hacían que me retorciera, pero no de dolor; de rabia. 
Quizás haya dejado de ser feliz en un suspiro, aunque al menos me queda el consuelo de saber que la felicidad, tan pronto como se va, puede regresar, y arrancarme de la muerte.
Dicen que un sonido no existe si nadie lo oye.
Por eso, mis gritos hoy, son en vano. 

sábado, 1 de junio de 2013

Vis a vis

Entre acordes de guitarra y sonrisas cómplices, su voz saciaba mis ansias de volar, y de una manera que desconozco, me hacía sentir libre.
Entre esas cuatro paredes y Madrid como testigo, Amélie bailando nuestras canciones y magia, mucha magia.
Bastó algo de música para que, sin apenas darnos cuenta, nos convirtiéramos en un sólo ser.
Un ser de esos, perfectamente moldeados y forjados con calor, y un trocito de luna.
Jamás me había sentido tan bien.

Prematuro

Todo se deshace, 
y la lluvia moja mis pupilas. 
Todo muere,
rápido más que el rayo,
con mis sentidos arrasando,
con cada centímetro de mí.
Pero qué puedo hacer yo,
si la vida tira a matar,
y nadie se para a curar
las heridas viejas, de bala. 

Al menos, siempre me quedará el arte.