miércoles, 15 de mayo de 2013

Noches en vela

El frío cala hondo, como el humo de un cigarro. Juega a despistar a mi inocencia y después se esconde en mi pecho, quemando y arañando, pretendiendo entrar y salir, inspirar y espirar, todo al mismo tiempo. Me gusta porque al clavarse me recuerda que aún puedo sentir, que aún late. Me gusta porque es tibio, y gris, como mis ojos por la noche, como esa ventana y como mi romántica luna.
Las calles se entrelazan salvajes como mi pelo tras la lluvia y yo me deshago como las nubes de este cielo. Y el frío, ah, llenando este vacío tan íntimo que se enreda con los fantasmas de mi cabeza, tan íntimo que ya soy yo atada a ese vacío, a esa nada.

Pero estoy bien así. 

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