El caso es que el veneno que vacilaba en mis labios se ha convertido en miel, y los clavos han aumentado su superficie, reduciendo la presión, y el daño, y las llagas. El caso es que el globo de helio sube, y sube, y aumenta el cosquilleo detrás de la nunca, y las ganas de saltar... y el miedo. Porque no se me olvida, que cuanto más alto subes, más grande será la caída. Pero qué le voy a hacer, si las alas brotan de mis omóplatos incesantes, y así las plumas, y así el viento...
y así yo.
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