lunes, 30 de septiembre de 2013

No me salves

El sonido de la lluvia calma aquí dentro. Es como si el frío, real o imaginario, lograra atenuar un dolor que no termino de entender.
Es extraña la forma en la que me hace sentir libre. Al fin y al cabo, no es más que lluvia. La condensación de un agua que se ha evaporado previamente y que ahora se decide a caer.
Son curiosas, las gotas de lluvia. Alguien ahí arriba las empuja al vacío con el simple fin de estamparse contra el suelo y terminar formando parte de un reflejo.
Es como una misión suicida. Aunque quizás merezca la pena saltar sólo por rozar la plena libertad durante la caída.
Caer también me hizo sentir libre. Es el único momento en el que no hay cadenas. Ya has fallado, ya has terminado, ya no hay nada que hacer; sólo caes.
Caes y tu alma abandona tu cuerpo, aunque caen inevitablemente a la vez.
Por un lado él. Inerte, pesado, condenado.
Por otro lado ella. Alada, pura.
Libre.

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