lunes, 9 de septiembre de 2013

Como si fuera 17

Ey. Me alegro de que hayas venido. Antes de decir nada, por favor, escúchame. Sé que es difícil seguir callando, pero seré breve. Ahora sólo necesito que me escuches.
Espero que todo vaya bien. Que en tu casa las cosas hayan mejorado, y que echar de menos a tu abuela duela un poco menos. Que puedas seguir confiando en tus amigos y te hayas deshecho de los que sólo te hacían daño o no merecían la pena. Que este año empieces bien y puedas dedicarte a lo que te gusta. Y que sepas salir ahí afuera a pelear con el mundo. Al fin y al cabo sé que eres fuerte y que no te falta valor, aunque sabes que tienes que empezar a dejar tu coraza de inmune e impenetrable a un lado -sé que es difícil cuando temes tanto que te hagan daño-.
Desde que te fuiste han cambiado muchas cosas. El verano fue mejor de lo que me esperaba, y ahora me muero de ganas por empezar mi nueva vida. Me encantaría que estuvieras aquí para ver cómo brillo ahora, cómo he salido y cómo he vuelto a ser... digamos, feliz. Te encantaría la forma en que sonrío desde que he vuelto, y el hecho de que ya no esté absolutamente rota. Y a mí, me encantaría poder compartir esto contigo, porque quizás parte de esta plenitud te la debo a ti.
He dejado de hacerme daño, descuida. Con ellas he dejado de tener problemas, he aceptado que se tienen que ir de mi vida y todo va mucho mejor así. Ahora tengo muy claro quién camina conmigo, y créeme, cuento con la mejor compañía.
Como creo que es obvio, no he encontrado a nadie aún. Por ahí hay unos labios que curan las heridas que tú dejaste en los míos, pero de momento no hay nada importante. Tranquilo, él me cuida mucho, me hace sonreír y tiene un gran corazón. Te caería bien, a veces se parece un poco a ti.
Te echo mucho de menos, ¿sabes? y pienso mucho en ti. A menudo apareces en mis sueños para recordarme que aún no te has ido del todo. Sé que no lo has hecho. Tengo mil cosas que contarte, ah, y tenemos mucho de lo que reírnos; la gente ha hablado de nosotros todo este tiempo, te hará gracia saber cada idiotez que sale por los picos de esos cuervos carroñeros.
Últimamente vivo mucho en los recuerdos, y en gran parte de ellos estás tú. Se construye una nueva vida con las ruinas de la anterior, y supongo que estos cimientos llevan mucho de tu acerco inoxidable. El parque me recuerda a ti, y el patio del colegio, y la parada del autobús, y el portal. Hace poco conté el chiste del camello, el que tú me contabas para hacerme sonreír. ¿Sabes? Hoy he encontrado por ahí tu carta. No he tenido fuerzas para leerla, tendrás que perdonarme. Y por lo que veo tampoco tengo fuerzas para seguir escribiendo, pero me obligo a mí misma a hacerlo. No sé bien por qué.
En fin, sé que odias leer y ésto se está alargando demasiado. Y creo que no he dicho nada del todo entre tanta palabra. O nada que tú no sepas. O nada que me vaya a servir de algo. No sé.
Sólo quería que supieras que sigues aquí, bien dentro y bien clavado. Que dueles muy a menudo y que ojalá te tuviera aquí para poder cumplir nuestra promesa. Que fui feliz contigo, feliz como ninguna.
Y que yéndote te has llevado algo mío, no sé si recuerdas.
Y que espero que algún día me lo devuelvas.
Aunque, ¿sabes? está feo devolver absolutamente hecho trizas algo que te han dejado, y que ni siquiera es tuyo. Y más cuando un día juraste que lo cuidarías.
Pero pensándolo bien, la culpa es mía.
Tú mismo reconociste que fuiste un mentiroso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario