sábado, 1 de junio de 2013

Vis a vis

Entre acordes de guitarra y sonrisas cómplices, su voz saciaba mis ansias de volar, y de una manera que desconozco, me hacía sentir libre.
Entre esas cuatro paredes y Madrid como testigo, Amélie bailando nuestras canciones y magia, mucha magia.
Bastó algo de música para que, sin apenas darnos cuenta, nos convirtiéramos en un sólo ser.
Un ser de esos, perfectamente moldeados y forjados con calor, y un trocito de luna.
Jamás me había sentido tan bien.

No hay comentarios:

Publicar un comentario