No innoves.
No te salgas del camino.
No pienses.
No seas diferente.
Confórmate.
Obedece.
Calla.
Dejando de lado el tópico de “la sociedad es una mierda”; la
sociedad, es una mierda. Hay ciertos cánones –horribles, por cierto– en los que
el principal fin, es aparentar. La gente no te mira a los ojos cuando os
cruzáis por la calle, la gente te mira los pantalones, y el pelo, y las
zapatillas. La gente te juzga en función de esos cánones, y te desprecia en
función de cuán desviado estés de esos modelos. Oh, y no lo dudes, no se
molestan en conocerte ni lo más mínimo. Simplemente fruncen el ceño y hacen un
gesto amargo, quizás acompañado de un chistido.
Hoy en día no habla el corazón de una persona, ni su mente.
Habla su forma de vestir, quizás de pensar, o las chapas que lleve en su
chaqueta. Habla su cartera y los colores de sus billetes, habla el barrio en el
que vive y el sitio en el que trabaja. Pero nunca habla su voz y sus palabras,
nunca hablan sus principios y sus fundamentos. Esos aquí no tienen cabida.
Y entonces llega en momento en el que creces, y sales al
mundo real, y si tu personalidad excede los márgenes de esos cánones, recibes
balazos por cada rincón de tu cuerpo. Y llega mi pregunta; ¿debo dejar de lado
mi verdadera personalidad y ceñirme a los cánones para ser una más y evitar que
me hagan daño, o debo seguir manteniendo mis principios y mis creencias a raya
a pesar de los constantes ataques?
¿Sabéis? No me gusta ser diferente, y no encajar. Pero
tampoco me agrada la falsedad en la que se fundamente la sociedad en la que
vivo.
Quizás si todos fuéramos como nos diera la gana ser,
seríamos todos iguales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario