Qué es la vida sino intentar,
o intentarme,
o algo así.
Qué si no una taza de café,
un cigarrillo mal echado
entre años, qué es la vida
sino carmín en los labios
y negro alrededor de los ojos.
Qué sino robar besos
y herirlos
y luego intentar curar los tuyos y
darse cuenta de que es imposible.
Qué sino ponerse en el lado de la cama
en el que da el sol directamente
y dormirse con los párpados iluminados.
Qué si no correr gritándole
descaradamente al mundo
que serás joven para siempre.
Qué si no rotos en la ropa
y en la tripa,
qué si no sonreír por inercia
ante el color de los cristales rotos
reflejado
en el iris.
Qué si no morir
cada madrugada
y salir con el sol,
igual de púrpura.
Qué si no realidades paralelas,
únicas,
salvadoras.
Qué si no versos destruidos
y papeles mojados por lluvia de otoño.
Qué es la vida sino ser un invierno, precioso.
Qué es la vida sino escribir,
escribir hasta que se nos acaben los pensamientos
y la vida
misma
y pequeña.
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