lunes, 18 de noviembre de 2013

Rojo

Sé que no está bien decirlo pero
hoy no supe para lo que me había despertado esta mañana
hasta que tu silueta se dibujó en la puerta,
y sonreíste un poco al verme,
y tus dedos se clavaron en mis costillas
como se clava el invierno en el sol de septiembre,
y luego el olor de tu tabaco se agarró
a los hilos de mi camiseta
y mi día se volvió
del color de tus ojos,
que nunca termina de ser,
y luego ya me pasé todo el día
entendiendo para qué mis pies fuera de la cama
(aunque, bueno,
sigo sin pillar
por qué no tu culo
metido en ella)

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