martes, 30 de abril de 2013

No existe

Profundo corte, hace que sangre palabras. Rojas como el fuego y frías como mi corazón, ese corazón que arde en nieve. La más fulgente de las luces en el seno de la noche más negra de la historia. Cada palabra un puñal, se clavaron tan hondo que ya se han convertido en parte de mí. Como estas, que braman al sonido del piano que Chopin ha querido hoy tocar para mí.
Traté de alcanzar mi estrella y me quemé en el primer instante de contacto. Malditas traicioneras, mezquinas e idílicas, pequeñas hechiceras. Curarme hoy para matarme mañana.
Trazos de una nada gris que disipan este corazón que de tan libre, se ahoga entre cadenas. Mírame a los ojos, vida, y suéltame si eres tan osada como te mientan. Ten el coraje suficiente para liberar a este gato de siete vidas y media que se muere por desaparecer, al son de un nocturno.
Fui feliz en el breve instante que duró tu suspiro, vida, quiéreme una última vez. Una, tan sólo una, antes de huir.
Pero, el dilema, eterno e imposible, es que no quiero dejar de escribir. Ni querré el día que sucumba.

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