viernes, 26 de abril de 2013

Rainy Soul III


Y de repente, me asomo a la ventana, y ahí está ella. Puede que haya venido a despedirse, o simplemente a recordarme que no se ha ido del todo, que nunca lo hizo y nunca lo hará. Y menos mal, porque a menudo me pregunto qué sería de mí sin ella, y más cuando está ausente.
Fenómeno meteorológico técnicamente, pero si hablamos de mi alma es mucho más que eso. Es la cura de mis heridas, es la que las calma con su gélido abrazo, es una cicatriz en el torso, es ese efímero momento de felicidad cuando cierras los ojos y la sientes caer sobre tu rostro.
Bella expresión artística de nuestra Madre Naturaleza, tenue chispa, descanso eterno entre las sombras, intrínseca y triste, me das la vida.
Como un movimiento involuntario me sale encogerme ante tus destellos, ante la noche que has cubierto de cristal, ante esta calle y las luces que la perfilan. Tú en el cielo, tú siempre en mi corazón.
Mójame sólo una vez más antes de irte por completo y arrebatarme esa vital armonía de la que apenas puedo prescindir.

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