Restos de sonrisas entre los dientes,
remendadas con rayos de sol.
Una luna que se resiste a su escondite,
y la miras,
y anhelas,
y todo se vuelve azul
y gris,
y amarillo.
Son tus ojos los que ahora hablan
buscando la voz en tu alma
y las palabras en tus recuerdos.
Los fantasmas han muerto,
y los pájaros vuelan alto,
porque ya no hay techo que los oprima,
porque ahora tu pecho abarca el cielo de Madrid.
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